Estar en pareja debería ser el lugar donde uno desea crecer, mejorar como persona. No el
lugar donde se ha de sufrir, desaparecer, o sentir la responsabilidad de la
vida, de la felicidad del otro en nuestra espalda. El amor no debería ser
un examen, ni una prueba o un lugar donde se ha de demostrar nada. No debería
ser querer u obligar al otro a hacer cosas diferentes, a ser diferente.
No es el lugar donde hay víctimas, salvadores o verdugos.
Es dar un regalo sin ponerle un remitente, no es esperar que el otro “te deba” alguna cosa, porque entonces cambia el concepto y se
convierte en una hipoteca.
Es saber que das el 100% de lo que puedes dar y confías que
el otro también dará el 100% de lo que pueda dar.
A más te cuidas, te quieres más amor vas a desprender. Hay
una frase que dice “sólo puedes dar de aquello que te sobra”.
El amor sería como un jardín que es muy agradable estar en
él, pero para poder disfrutarlo siempre, es necesario invertir tiempo, cuidado, dedicación,
recursos. No debería vivirse como un esfuerzo, un lugar de sufrimiento. Cuando este jardín está como te gusta, no puedes dejar de cuidarlo, porque rápidamente se deteriora, aparecen malas hierbas, cada vez cuesta más estar en él y disfrutarlo.
Amar es un verbo, se construye cada día.
Amar es un verbo, se construye cada día.
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