desde hace un tiempo he incorporado la plastelina a mi vida. No sólo porque tengo un hijo y le gusta, (y a mí también) sino porque en terapia con adultos he descubierto que es un medio muy útil para poder expresar cómo te sientes sin utilizar las palabras, las cuales a veces dificultan esta labor.
Es un medio donde las manos son las que hablan, y expresan.
A veces una vez construida la figura o forma les propongo que la manipulen para proyectar un deseo, ya sea de eliminar alguna parte, de transformarla, de añadir …
Tambien es muy rica la experiencia cuando les propones que realicen una figura que les represente pero sin poder mirar (manteniendo los ojos cerrados durante todo el proceso). Normalmente la construcción no es lo que se habian imaginado, pero sigue siendo muy bello y puede servir para disminuir la angustia de hacer las cosas “bien”
Da muchas posibilidades, ya que también sirve para relajarse, comparar diferentes momentos de una misma persona, al inicio de un proceso y al finalizarlo,
Hoy quiero hablar de un momento fuera de la terapía;
compartir un rato con tu hijo/a.
Quiero explicar mi último encuentro con este “medio”; El domingo pasado estaba con mi hijo en casa, sentados los dos en el suelo jugando cada uno con la plastilina. Tengo que decir que fue un momento de Placer, de conexión con él, pero también conmigo misma. Escuchábamos música mientras cada uno construía su obra de arte. Sin juzgar lo que haciamos, sólo comentando lo que nos apetecía sobre nuestra obra. Aquí ninguno de los dos era “el experto”, el profesor. Sólo dos personas compartiendo un momento de placer. Ninguno buscaba que fuera bonito, sino sólo nos dejábamos llevar por el momento
Después de la velada, me dijo que se lo había pasado muy bien y su sonrisa me lo confirmaba. Yo también le hice explícito que había sido un momento muy placentero y relajante. Y sin ser conscientes se nos habían pasado dos horas.
Fue un momento de enriquecimiento como personas , y de vínculo madre -hijo
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