28 de gen. 2010

¡ERES TONTA!




Hay frases que si al decirlas las “escucháramos” quizá diríamos otras cosas.

En diferentes ocasiones he escuchado a unos padres (madre y padre) decirle a su hija “eres tonta” cuando no hacía caso o cuando no le salía algo que había hecho como a los padres les hubiera gustado. Al preguntarles por esta frase me han dicho que “es simplemente una expresión, no tiene importancia. Es simplemente una forma de llamarle la atención”. Y yo les planteo la cuestión de si esa expresión se la creen o si su hija tenía un retraso, rápidamente niegan que sea cierto este comentario. Pero lo preocupante de la situación es que al observar en más de una ocasión a la niña, le he oído decirse “esto no me sale porque soy tonta” o “como soy tonta….”


¿Cuántas etiquetas, motes, expresiones o comparaciones nos han dicho de pequeño que se han convertido en losas que hemos ido arrastrando de mayores?. Incluso a veces “etiquetas positivas” también tienen su precio. He escuchado en terapia que una mujer decía que de pequeña recuerda que sus padres le decían que era fuerte, y la comparaban con su hermana que era más sensible. Esta etiqueta se le convirtió en una carga y en una dificultad para expresar emociones en público.


Otro ejemplo sobre esto, que escuché hace unos días provenía de una mujer de treinta y tantos años que decía “mis padres me han infravalorado siempre”, cuando le pregunté cómo había llegado a esa conclusión me comentó que cuando era pequeña había escuchado una conversación de sus progenitores que decían “Marta (refiriéndose a su hermana) conseguirá todo lo que se propone porque es muy insistente, a Sandra le costará”. Ella con esta frase sacada de un contexto se hizo la interpretación que no la valoraban. Lo “chocante” de esto es que cuando hablé con Marta sobre lo anterior, me comentó sorprendida que ella siempre había escuchado a sus padres que su hermana era muy inteligente y que no tenía problemas por sacar buenas notas, en oposición de lo que pensaban de Marta que se esforzaba pero las notas eran siempre justas”. Es decir cada hija se llevó la peor lectura de una frase.


Decir una frase o expresión desafortunada puede marcar la percepción de tu hijo o de otras personas. Me surgen diferentes preguntas al respecto: ¿por qué necesitamos comparar a los hijos?, ¿por qué necesitamos utilizar la palabra “es” que limita, en vez de la palabra “está” que da posibilidad de cambio?, ¿Cuántas cosas pensamos de nosotros, que las damos como totalmente ciertas, y son percepciones de un momento determinado o “sesgadas” de nuestros padres?


Me surge una frase para acabar esta reflexión “cuidado con lo que dices porque se lo pueden creer”

1 comentari:

Daniel Borrell Giró ha dit...

Enhorabona per aquest bloc, Eva!Ara mateix el recomanaré en el meu meu perquè el poguin conèixer més persones.

Aprofitant el teu article, et vull donar una carícia positiva "ets brillant".

Una abraçada!